Al estilo de Thomas Bernhard

Obsesión

No sé cómo no he sido capaz hasta ahora de ver algo tan obvio ni porqué raros mecanismos mentales me doy cuenta justo en este preciso instante, pues me preocupaba, o tal vez para decirlo con honestidad me obsesionaba, ya que de eso se trataba, el hecho de no poder hacer algo, aunque con absoluta probabilidad de haberlo podido hacer sin restricciones que me lo impidieran tampoco lo hubiera hecho, pero ahora, finalmente, ya no me preocupa; me he dado cuenta de lo que era obvio y puedo decir que, en efecto, ha dejado de ser una preocupación para mí. Me obsesionaba, pues me he visto obligado a reconocer lo que sin duda era realmente una auténtica obsesión, que me obligasen a permanecer encerrado en casa y no poder salir más que a determinadas horas y para las necesidades más básicas, que con toda certeza son aquellas que ellos consideran más básicas para la inmensa mayoría de la gente, pero que no lo son ni mucho menos para todos, porque pueden existir otros, y realmente existen, que tienen necesidades básicas más amplias o de distinto orden, y viven y experimentan prioridades muy diferentes. Me obsesionaba el no poder salir, sin embargo, ahora que ya puedo salir, en realidad no lo hago, no tengo ningún deseo de hacerlo, permanezco encerrado en casa, aunque la gran diferencia es que ya no estoy preocupado, o mejor dicho obsesionado, porque sé que si quiero salir puedo hacerlo, aunque sé con absoluta seguridad que no lo haré. De modo que aquello que preocupa realmente no es el no poder hacer una determinada cosa sino el hecho de, si uno quisiera y solamente en verdad lo quisiera, no poder hacerla, aunque casi con total certeza si le fuera dada la opción de llevarla a cabo nunca pensara realmente en hacerla.